"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

martes, 27 de octubre de 2015

Sólo un libro

Para muchos, quizás sea sólo un libro. Para otros muchos, una guía. Incluso para otros muchos, pueda resultar una ofensa. Pero para mí, es historia; para mí es humanidad, concordia, unión, reflexión y espiritualidad.

Ese libro y sólo ese, quise regalar al amigo lejano que sin pretenderlo, quizás encendió en mí un objetivo que hoy veo cumplido simplemente en su mirada, su sonrisa y su abrazo al recibirlo.
Han sido años de encuentros y desencuentros muchas veces basados precisamente en la Institución que lleva o intenta llevar a la práctica todo lo que ese libro promulga.

Pero ese libro, quizás gente como este amigo lo merezca más que muchos. Porque una persona con buen corazón, puede tener un criterio a mi juicio equivocado, pero nunca aunque pueda parecerlo, tendrá intención de herir con sus comentarios.
Reconozco que me costó Dios y ayuda, llegar a comprenderlo. Pero a día de hoy, también puedo decir, que benditas contradicciones y desencuentros, porque creo que precisamente de esos desencuentros, ha surgido una buena amistad.

Me siento en cierto modo orgulloso y muy, muy agradecido por el hecho de que ese libro le causara la reacción que le causó al recibirlo. Su indefinición, su no saber qué hacer, pero su mirada cómplice, su agradecimiento y su abrazo, valieron por mil palabras.
Hoy brindo por ese libro y brindo por mi amigo. No sé si leerá una palabra o un millar de sus páginas, pero también estoy convencido que sabrá tratarlo con el respeto y cariño que seguramente muchos de los llamados creyentes precisamente por serlo y acomodarnos en ello, no demostramos.

En esa esperanza estoy, en esa esperanza vivo desde que hace años, pensé en cumplir mi pensamiento de regalarle sólo un libro.
 
 

 
 
 


sábado, 10 de octubre de 2015

Un ángel cantó



Las cosas, suceden. La predisposición puede que también; pero por encima de todo, existe una “casualidad” que puede llegar a dejarnos marcados.

Llevaba algún tiempo sin necesidad de necesidad y aunque todavía no me encontraba en un estado de preocupación, sí que empezaba a notar que mi relación con el Colega comenzaba a ser en cierto modo, rutinaria.

Asistir a misas, arrodillarme ente un Santísimo o entablar conversación con Él había perdido quizás la frescura y profundidad que antaño me envolvía; pero haciendo cierto ese pensamiento de que “Dios me quiere”, anoche sin ir más lejos, una mano me ayudó a reconducir mi camino.

Una noche como otras, de un viernes como muchos, en mi catedral de siempre.

Un ensayo del coro de la Capilla Musical, me llevó hasta allí. Un ensayo éste en el que me reconocí como algo más que un tipo que de semana en semana acude allí a dar el cante más que para cantar. Realmente, me sentí muy a gusto mientras notas musicales con mayor o menor acierto salían a borbotones de mi garganta.

Acabar ensayo, recoger gafas, carpeta y cazadora fina abandonando sacristía, director y compañeros, fue todo uno.

Cruzar el dintel de la puerta y penetrar en el templo con dirección a su salida, ya tuvo algo de especial pues lo primero que me impactó fue contemplar los bancos abarrotados de la más rabiosa juventud que en silencio aguardaban el comienzo de un encuentro de oración con el Obispo de la Diócesis.

Una sensación me invadió a caballo entre la perplejidad, el asombro y la alegría del éxito conseguido en su convocatoria, entre aquellos que debieran ser el futuro prometedor de una sociedad esperanzada.

Un acto organizado para jóvenes. Un acto en el que yo por deferencia, no debería estar, pero del que hoy me siento muy orgulloso de decir que “yo estuve allí”.

Conforme me acercaba a la puerta de salida, algo me retenía a cruzarla con celeridad. Y fue fijarme en esa imagen del Cristo crucificado al que nada me cuesta besar, cuando a modo de voz interior me dije: “quédate”.

Quise pasar lo más desapercibido posible y pude acurrucarme en un penúltimo banco que rápidamente se llenó.

Desde allí, más que ver, escuché; más que atender, pude sentir.

Una ceremonia hermosa y sencilla, pero adornada de una respetuosidad, devoción, naturalidad y participación que realmente, me conmovieron.

Un Santísimo expuesto; personas como yo, arrodilladas en señal de respeto hacia Aquel que estoy seguro, sonreía contemplando a sus gentes, a sus jóvenes amigos.

En un momento determinado, sin pensarlo, me senté; no por comodidad, cansancio, desidia y mucho menos falta de respeto. Simplemente, lo hice.

Un acto casi involuntario; un bendito acto del que doy gracias.

Al sentarme, comenzó un cántico que hablaba de una pequeñez de alma y amor entre pobreza.

Hermosa oración que de repente llegó a mis oídos cantada por la voz más dulce, hermosa, clara y sencilla que jamás escuché.

Una voz de mujer que arrodillada tras de mí parecía susurrarme al oído una melodía y unas letras que traspasaron mi alma, como un aliento que no sentía tan profundamente desde aquella hermosa mañana en Cuatro Vientos en la que mi fe despertó.

Cabellos erizados, lágrimas a punto de saltar del precipicio de unos ojos que no sabían disimular miradas; corazón desbocado y sólo un pensamiento en mi cabeza:

“Gracias”


No quise mirar atrás; no quise identificar esa voz con ninguna cara o cuerpo y finalizado el acto, marché de allí con la certeza y el maravilloso sentimiento de que allí, anoche, un ángel me cantó al oído. 






miércoles, 30 de septiembre de 2015

El retorno

Aunque suene a la última entrega de una saga cinematográfica, así es. Quien nunca debió marchar; aquel que por más veranos, fiestas, calores y cervezas se echó a sus espaldas abandonando el camino iniciado aquí, ha regresado a ese otro calor de una barra de bar bajo el abrigo de Aquel que siempre me quiso y supo esperar.

No hay mejor amigo que el que sin estar, siempre acompaña. El que en las buenas deja su mano y en las malas, me abrazó y llenó de protección.
Verano extraño, de dolores y enfermedad a cuestas; nunca antes quizás merecieron más las letras y acciones ser escritas y compartidas aquí con Él, bis a bis como durante estos meses.

Sin embargo, opté por dar callada por respuesta. Por interiorizarme hasta el extremo de no compartir cargas y hacer más llevaderas las contrariedades.
Risas hubo; fiesta y boato, también. Músicas, bodas, brindis y jolgorio, no faltaron; pero sentado hoy en el mismo banco de siempre a altas horas de la madrugada, miro fijamente a mi Amigo y me pregunto:

Escudado en el verano ¿yo también te abandoné?
Y la respuesta a modo de pelota que golpea la pared y me devuelve el golpe, es que sí.

Nunca es tarde para recapacitar, ni pronto para pedir perdón.
Vuelvo al Amigo; regreso a esa charla que nunca debí dejar.

Retorno al sabor de la cerveza acompañado de quien mejor sabe beber conmigo:
 
“Mi Dios y sin embargo, Amigo”
 
 

viernes, 3 de julio de 2015

Rezaré



Mal está el mundo Dios; muy mal. De política, mejor ni hablamos. Entre los que gritan ahora que nos quieren quemar como en el 36 y los que van cortando cabezas a todo aquel que no piense como ellos sin que el resto de los países hagan nada para evitarlo, da miedo casi salir a la calle.

Pero todos esos que ahora gritan, se pavonean, insultan, menosprecian, se ríen y nos señalan con el dedo, no han contado con algo que los cristianos tenemos como la mejor arma posible ante tanta sinrazón.
No se dan cuenta que esa muerte que tanto nos desean; ese sufrimiento que tanto nos quisieran infligir, no es más que un paso quizás doloroso pero nunca definitivo para los que creemos que al final tendrá una recompensa infinitamente mayor a ese sufrimiento que cuatro energúmenos sin conciencia nos quieren aplicar.

Sin embargo, el odio, la ignorancia, la falta total de ética, educación o valores que a mi entender (que no juicio) demuestran con su actitud, toda esta gente, en un principio me provocaban un sentimiento de repulsa, enfado e incluso odio hacia ellos, pero después de recapacitar, sólo me queda un sentimiento de lástima e incluso cierta indiferencia ante tanta insensatez y si me apuran, casi, casi incluso agradecimiento.
Agradecimiento, porque la adversidad a un buen cristiano siempre acabará haciéndonos aún más fuertes.

Y aunque les moleste, desagrade, o por qué no decirlo les joda, incluso por ellos, también rezaré.

sábado, 23 de mayo de 2015

Pentecostés




Ven, Espíritu divino, 
manda tu luz desde el cielo. 
Padre amoroso del pobre; 
don, en tus dones espléndido; 
luz que penetra las almas; 
fuente del mayor consuelo.



Ven, dulce huésped del alma, 
descanso de nuestro esfuerzo, 
tregua en el duro trabajo, 
brisa en las horas de fuego, 
gozo que enjuga las lágrimas 
y reconforta en los duelos.



Entra hasta el fondo del alma, 
divina luz, y enriquécenos. 
Mira el vacío del hombre 
si tú le faltas por dentro; 
mira el poder del pecado 
cuando no envías tu aliento.



Riega la tierra en sequía, 
sana el corazón enfermo, 
lava las manchas, 
infunde calor de vida en el hielo, 
doma el espíritu indómito, 
guía al que tuerce el sendero.



Reparte tus siete dones 
según la fe de tus siervos; 
por tu bondad y tu gracia 
dale al esfuerzo su mérito; 
salva al que busca salvarse 
y danos tu gozo eterno. 




Amén.



martes, 5 de mayo de 2015

Empeño

En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor.


(Extraído del comienzo de la segunda carta del apóstol San Pedro) 


¡Qué difícil me resulta! Aún más cuando llego al punto de creer más en lo que no veo que en lo que me rodea...

lunes, 20 de abril de 2015

En un rincón




En un rincón, acurrucada, amedrentada, incomprendida y olvidada, casi no se atreve a salir.

Muchos le hicieron daño. Muchos fueron los que se alejaron de ella y ninguno se atrevió a mirar atrás mientras la abandonaban sin piedad.

¿Qué mal causó? Sólo quiso hacer el bien. Sus ojos vidriosos aún esperan una mano amiga. Alguien que llegue a comprender entre tanta incomprensión.

De nada sirvieron sus súplicas. Sus llamadas dejaron de ser escuchadas y  toda su grandeza, toda su bondad, acabaron en el ocaso del olvido.

La dulzura de sus palabras, dejaron de calar hondo en el corazón del hombre.

Un hombre demasiado ocupado en sí mismo. Un hombre perdido en el egoísmo, la egolatría, la política, el dinero.

Un corazón de piedra escudado en sus propios miedos que no quiere dejar pasar nada que se engalane con el vestido de la humildad.

Por eso la abandonó. Mil excusas le bastaron para no fiarse de ella y prefirió dejarla al margen de su existencia.
Pero ella, aún siendo abandonada, siempre encontrará un momento de perdón, de reconciliación, de cobijo en su regazo. Porque su luz, nunca se apaga y su casa siempre permanecerá abierta.

Y hoy, en estos malos tiempos que nos ha tocado vivir, más que nunca, necesito cobijarme en ella. Necesito su calor, su tierno abrazo.

Y sé que esas dos manos que ofrezco, las apretará con fuerza, me mirará a los ojos y una luz de esperanza se reflejará en ellos.

Porque la fe, con todas sus caras, es así. Sólo dos letras que irradian una luz entre tanta oscuridad.

domingo, 5 de abril de 2015

El corredor

Toda su vida estuvo marcada por el esfuerzo, por un afán de superación, por alcanzar metas. Día a día, se entrenó para ello.

 Compartió penurias, alegrías, éxitos y también fracasos. Muchas veces, tuvo que entrenar solo; pero no le importaba, porque en el fondo, sabía que todo gran esfuerzo requiere también el sufrimiento de la soledad.

Poco a poco, fue destacándose de los demás llegando a ser punto de mira de esa mala compañera de viaje llamada envidia.

Muchos fueron los que le envidiaron; otros, le adoraron; los más, ni tan siquiera habían oído hablar de él, e incluso algunos, recelaron, murmuraron y llegaron a odiarle. Pero su dignidad, su bondad, humildad y una infinita dosis de paciencia le llevaron a no cejar en el empeño y siguió entrenando con más y más fuerza para llegado el gran día, cruzar la meta como gran triunfador de la carrera más dura e ilusionante a la que se inscribió.

Los brazos abiertos, abrazando el mundo. Los brazos en alto, en señal de triunfo; la mirada agónica, dulce y compasiva a la vez, de quien llega exhausto a la meta, sintiéndose y siendo el gran vencedor.

No sonaron aplausos, mucho menos ovaciones y nadie se atrevió a colgarle una medalla; ninguna bandera se izó y ningún himno sonó, pero ese corredor ganó y nos hizo ganar la carrera más importante de la historia:



LA VIDA ETERNA











miércoles, 25 de marzo de 2015

Creo

Testimonios, hay muchos. Confesiones íntimas o no, también. Pero vaciar el alma, fluyendo las palabras directamente del corazón de quien habla y que llegue como un misil a conmover a toda aquella persona que tenga un mínimo de sensibilidad moral, no es nada fácil.

Aún menos si se hace públicamente, ante decenas de personas familiares o no, amigas o completamente sumergidas en el anonimato.

Ante nosotros, simplemente una mujer que presentándose nos dio por nombre Patricia y por edad 38 años.

Todo lo que su corazón habló, fue la historia de su vida. Una vida que ha sido y sigue siendo un camino lleno de vicisitudes, de desgracias, de enfermedad, incluso de deseos e intento real de dejarse encontrar por una muerte adelantada. En definitiva, una vida repleta de suertes que todos buscamos y que a ella no le premian ni tan siquiera con un pequeño reintegro.

Con una historia así y relatada sin ocultar detalles que a cualquiera nos podrían dar reparo exponer, no pude por menos que emocionarme, porque a pesar de todo ello, esta mujer sigue vistiendo toda negatividad con el color de la más fuerte y mejor de las esperanzas.

Por eso, me quise unir a ella en pensamiento y voz cuando sujetando firmemente un hermoso crucifijo finalizó su exposición diciendo con total convicción:

“Creo en Dios Padre Todopoderoso…”




jueves, 19 de marzo de 2015

Padres


De amigo a Amigo; de padre a Padre. ¡Qué hermoso y lluvioso día para celebrar o conmemorar San José como ejemplo de paternidad!

Muchas veces he pensado la montaña rusa que tuvo que recorrer este hombre tras recibir la noticia de que iba a ser padre sin intervención directa suya.

Porque imaginémonos la escena y pongámonos en su lugar:
El primer pensamiento de cualquier hombre y por propia naturaleza sería el de:
“María me la ha pegado”
Sin embargo, independientemente de que recibiera “confirmación oficial” de un ángel del Señor, este hombre es ejemplo de amor y confianza hacia la mujer entre las mujeres, la bondad entre la bondad, la maternidad entre las madres.

Quizás sea uno de los principales y a la vez más olvidados personajes de la historia de la humanidad.
¿Qué hablaría con ese Hijo que sin serlo lo tomó como muy suyo?

¿Qué risas, qué juegos, qué enseñanzas se intercambiarían entre ambos?
¿Cuántas veces contemplaría a ese Niño mientras dormía?

Todo son interrogantes que seguirán siéndolo seguramente hasta que el mundo abrace en persona a ese padre al que hoy quiero regalar un pensamiento y una oración.
San José bendito, cerveza en mano, brindo por ti y “sólo” le pido a Dios que me ayude a seguir tu ejemplo.


P.D. Si por un casual hoy vieras a mi padre, te pido le regales el abrazo que desde aquí aún no alcanzo a darle. Gracias.




lunes, 16 de marzo de 2015

Un pinchito poesía

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía"!

¡Y cuántas, hermosura soberana:
"Mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
 
(Lope de Vega)

miércoles, 4 de marzo de 2015

Ráfagas


En ocasiones, las casualidades, coincidencias o simplemente el destino, nos llevan a pensar en hechos, relatos o vivencias que sin saber muy bien el motivo, vienen a nuestra mente.
Las tres y cuarto de la madrugada, seguramente no sea una hora demasiado común para que una persona piense en lo que un día ocurrió en un monte de nombre Tabor y un hecho tan extraordinario como la Transfiguración del Señor.
 
Pero si esa hora es aprovechada en un intimista espacio como una pequeña capilla de adoración perpetua, la cosa va teniendo un mayor sentido.
Son esos momentos que llegan como ráfagas, como uno de esos vientos que nos azotan al abrir una ventana.
 
Con mi maltrecha garganta y escombrado cuerpo desecho por uno de esos antibióticos que te dejan para un arrastre sin puntilla, no era muy común que acudiera y me abdujera un pensamiento que a un tal Pedro hace mucho, mucho tiempo, también le vino a la boca:
“Qué bien se está aquí”

lunes, 23 de febrero de 2015

Fe

Seguramente, una de las palabras más cortas pero con un sentido de enormidad que puede llegar a abarcar el infinito.

¿Qué es la fe?
Me ceñiré y daré mi opinión basándome sólo en la fe como la conocemos los cristianos, dejando aparte esa otra fe en las personas, en el destino o simplemente en nuestro equipo de fútbol favorito, por poner algunos ejemplos.

La fe, para mí, es un sentimiento. Nada que haya estudiado, escuchado o acostumbrado a hacer, me impulsó a tener fe.
He podido asistir a multitud de actos religiosos sin haberla sentido.

Podría compararla con el amor.
¿Cuántas veces habremos pasado al lado de una persona sin fijarnos en ella y de repente un día, sin saber muy bien el motivo, comenzamos a enamorarnos?

Así llegó lo que yo considero mi fe.
Debería dar marcha atrás en el tiempo y situarme en una soleada mañana del día 21 de agosto de 2011.

El lugar, el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid rodeado por más de un millón y medio de personas en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud.
Recuerdo nítidamente que en el momento de la Consagración, lo único que pude escuchar fue el sonido de una leve brisa.

Recuerdo que se me erizaron hasta los pelos de las pestañas y aún hoy, me siento realmente conmovido por aquel sobrenatural sentimiento que me envolvió.
Considero que la fe, como Dios, siempre está ahí en nuestro interior y que sólo nos falta un detalle, un instante, una situación, para despertar aquello que sin buscarlo, nos atrapa.

Muchas son las personas que dicen no tener fe; que son ateos, que con ellos no va ninguno de esos temas.
Quizás sea porque levantan barreras premeditadas que impiden que una de esas brisas de viento les llegue a alcanzar, sin darse cuenta que por poner puertas al campo, no estarán libres de que algún día sin pretenderlo, les visite.

A día de hoy, creo sinceramente que puedo perder la fe en el hombre, pero creo que nunca en Dios, porque si ese día llegara, el que esto escribe, dejaría de tener sentido.

Decía.... Francisco Malgosa...

Cantemos nuestra fe y, al confesarla,
unidas nuestras voces de creyentes,
pidamos al Señor que, al proclamarla,
inunde con su luz a nuestras mentes.

El gozo de creer sea alegría
de servir al Señor, y su Palabra
simiente en crecimiento día a día,
que al don de su verdad el mundo abra.

Clara es la fe y oscuro su camino
de gracia y libertad en puro encuentro,
si crees que Jesús es Dios que vino,
no está lejos de ti, sino muy dentro.

Legión es la asamblea de los santos,
que en el Señor Jesús puso confianza,
sus frutos de justicia fueron tantos
que vieron ya colmada su esperanza.

Demos gracias a Dios, que es nuestra roca,
sigamos a Jesús con entereza,
si nuestra fe vacila, si ella es poca,
su Espíritu de amor nos dará fuerza.

Amén.

lunes, 16 de febrero de 2015

Huellas


Una noche en sueños vi
que con Jesús caminaba
junto a la orilla del mar
bajo una luna plateada.

Soñé que veía en los cielos
mi vida representada
en una serie de escenas,
que en silencio contemplaba.

Dos pares de firmes huellas
en la arena iban quedando
mientras con Jesús andaba,
como amigos conversando.

Miraba atento esas huellas
reflejadas en el cielo,
pero algo extraño observé
y sentí gran desconsuelo.

Observé que algunas veces
al reparar en las huellas,
en vez de ver dos pares,
veía sólo un par de ellas.

Y observaba también yo
que aquel solo par de huellas
se advertían mayormente
en mis noches sin estrellas,

en las horas de mi vida
llenas de angustia y tristeza,
cuando el alma necesita
más consuelo y fortaleza.

Pregunté triste a Jesús:
Señor, ¿tú no me has prometido
que en mis horas de aflicción
siempre andarías conmigo?

Noto con tristeza
que en medio de mis querellas,
cuando más siento el sufrir,
veo sólo un par de huellas.

¿Dónde están las otras dos
que indican tu compañía
cuando la tormenta azota
sin piedad la vida mía?

Y Jesús me contestó
con ternura y comprensión:
Escucha bien, hijo mío,
entiendo tu confusión

siempre te amé y te amaré
y en tus horas de dolor
siempre a tu lado estaré
para mostrarte mi amor.

Mas si ves sólo dos huellas
en la arena al caminar,
y no ves las otras dos
que se debieran notar,


es que en tu hora afligida,
cuando flaquean tus pasos,
no hay huellas de tus pisadas…
porque te llevo en mis brazos.


(Anónimo)




Reflexiones:

Una de las más hermosas poesías que jamás pude leer y que más me ha hecho reflexionar.
¿Cuántas veces hemos mirado al cielo y nos hemos preguntado por qué?

Muchas han sido las ocasiones en las que me he sentido sólo, desgraciado, abandonado incluso por Dios. Y nunca me he parado a pensar que de todo mal, de toda contrariedad, no debemos mirar únicamente aquello que nos produce desasosiego.

Es muy difícil, pero soy de la opinión que cuando la vida nos da la espalda, deberíamos extraer de ella, lo bueno que en el fondo, siempre encierra.

Dice el refrán que “no hay mal que por bien no venga”. Creo que es una verdad a pie juntillas.
Si soy creyente, ¿cómo puedo pensar que Dios me ha abandonado?

Puede que en ocasiones, no encuentre o no sienta su compañía. Pero ¿me he parado a pensar si no seré yo el que con mis imperfecciones, he jugado al escondite con ese Amigo del que nunca deberíamos escondernos?
Los caminos del Señor, son inescrutables y puede que al caminar por esa orilla veamos sólo dos huellas; pero si nos fijamos bien, siempre esas huellas, dejarán marcas más profundas y nos harán recordar que nunca, nunca, caminamos solos.

¿Qué opináis?




jueves, 12 de febrero de 2015

Velando armas

Cuando la ciudad duerme, cuando el frío del invierno azota con toda su crudeza, no faltan locos por el mundo que pertrechados en abrigos y con mochilas al hombro, inician viaje al encuentro del Amigo.

Esas mochilas, esos abrigos, esas personas, van repletas de obligaciones, de deseos, de peticiones, de sueños sin conciliar, de cansancios acumulados.
El silencio y  unas calles solitarias son los únicos testigos de unos pasos decididos de todas esas gentes que se dirigen a sus lugares de encuentro, dejando atrás familias, calores de hogar o el resguardo de un descanso reparador.

Yo soy uno de esos locos que han llegado a un punto en el que la conjugación de obligación o devoción se entremezclan para dar paso a otro sentimiento más profundo y en muchas ocasiones, muy difícil de explicar; la FE.
Hoy, sólo quiero relatar cómo me he sentido cara a cara con Ese Amigo al que visito regularmente cada semana  a horas intempestivas en una pequeña Capilla de Adoración Perpetua.

No sé exactamente el motivo, pero en cierto momento, vino a mi mente un personaje que en su locura, una noche, la pasó en vela como yo con un propósito fijo en su desordenada mente.

Este personaje, de nombre Alonso de Quijano, dio por bueno su esfuerzo para alcanzar un fin.
Veló armas Don Quijote; veló armas con locura y consiguió al fin ser investido caballero de armadura ese que llamaban “de la triste figura”.

Yo no quiero ser caballero.

Prefiero ser escudero y velar esa armadura que no es otra que mi Señor.
Él es mi escudo y protege; Él es quien me escucha, atiende, comprende y aconseja; me acompaña en mil batallas y ha sido capaz siempre de hacerme sentir que mis desvelos, sirven para algo.

Necesito poco para esa vela. Lo que yo llamo mi pequeño hatillo de oración. Pocas cosas que encierran algo grande.¡Con qué poco, se consigue tanto!.
Porque con tan poco y buenos sentimientos, siempre consigo que ese Luis que entró por una puerta, salga por la misma totalmente renovado, fortalecido y feliz.

Ojalá nunca me falte un caramelo; que nunca me falte una oración.




martes, 10 de febrero de 2015

De cañas con Dios

Permitidme primero que me presente:

Mi nombre es Luis y así me conocen por estos lares.
De profesión, mis labores, al igual que todo trabajador que se dedique al meritorio arte de trabajar, con lo complicado que esta actividad se ha puesto en la actualidad.

No es difícil deducir que soy cristiano y además, católico. ¿Parece casi una osadía con los tiempos que corren verdad? Pero es así y me siento orgulloso y muy afortunado de serlo.
El hecho de ser católico me viene de lejos. Exactamente, desde mi bautismo y confirmación allá por el siglo pasado.

Ello no me ha provocado ningún tipo de secuela y me considero un tipo bastante normal, al menos, hasta donde yo conozco.
Nací, crecí, me desarrollé, me reproduje y pienso incluso si nadie lo remedia, morir algún día.

Me gustan las mujeres, me gusta el vino y si tengo que olvidarlas, bebo y olvido.
Amo la buena música. Desde los cantos gregorianos, hasta AC / DC.

Dependiendo el día, puedo ser el más místico entre los místicos o el más heavy entre los ídem, aunque mi melena al viento dejara de lucir en la prehistoria.
El cine, me apasiona, pero no voy por la vida de crítico; dadme a Rambo con unas palomitas y soy vuestro.

La lectura la respeto y ella a mí también. Digamos que no soy un ferviente lector desde mis tiempos de fanático de Stephen King, pero también presumo de haber leído El Quijote y quedar prendado, prendido y casi preñado ante tan soberbia obra.
En definitiva, creo que soy un tipo muy común. De esos al uso y casado; es decir, casi sin usar.

Y ahora que ya conocéis gran parte de mi vida, explicaré el motivo por el que decido abrir este blog.
En primer lugar, que nadie se lleve las manos a la cabeza con un título así para iniciar una andadura bloguera.

No intento ser irreverente. ¡Válgame Dios! Todo lo contrario.
El hecho de mezclar cerveza con el Altísimo es entre otras cosas, porque a mí, el tomarme una buena cerveza con un buen amigo, me lleva a sentirme como Dios.

Poder charlar de la vida largo y tendido mientras saboreamos el espumoso elemento, lo considero uno de los mayores placeres, al menos, de esta vida.
Y si ese Amigo es Él mismo, al que pido consejo, con el que comparto mis problemas, solicito ayuda y de quien más y mejor me puedo fiar, apaga y vámonos.

Bromas aparte, quisiera que éste fuera un rincón en el que poder plasmar vivencias, pensamientos, meditaciones, informaciones, oraciones, imágenes, música, humor y todo aquello que desde un punto de vista cristiano, me pueda servir a mí y a toda aquella persona que me quiera acompañar, para ser una pizca mejores de lo que somos.
No quiero que sea un espacio aburrido, lineal ni profundo que nos pueda llevar a un cierto aburrimiento moral e intelectual, porque yo siempre he imaginado a Jesús, nuestro Jesús, como un Tipo jovial, en ocasiones, rallano al cachondeo, además de un gran amigo de los niños, defensor de la nobleza, la humildad y la justicia. En resumidas cuentas, simplemente como un Hombre de esos que se visten por los pies.

Así que queda inaugurado oficialmente este blog, dedicándolo en primer lugar a mi familia que siendo como son, me hacen fácil el intentar ser buena gente.

Dedicarlo también a todas aquellas personas que vistan de negro o no, me aportan con sus enseñanzas, cariño y comprensión, algo muy en desuso en nuestro tiempo, llamado "esperanza".

Hoy me lanzo al ruedo de esta aventura bloguera.

¡Que Dios reparta suerte! 

Gracias.

 

 P.D. Querido Amigo, si en algún momento te fallo, me paso, o peco de algún modo por lo dicho o hecho, te suplico me perdones, porque seguramente, “no sabía lo que hacía”.

Siempre Tuyo,

Luis