"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

miércoles, 24 de abril de 2019

Media vuelta


Un Señor dio media vuelta en la noche cerrada mojada en lluvia. La ilusión era grande, pero la vista al frente se perdió en lo que pudo haber sido y no fue.
Días de ensayo; días de hombro con hombro y pies izquierdos iniciando marcha, para acabar regresando por sus propios pasos dieciocho hombres de fe que vieron frustrado el esfuerzo, empeño y esperanza en un camino de catorce estaciones que se quedó solamente en tres.
Fueron simplemente tres, pero como buen perfume, dejaron su esencia en mí.
El roce de la madera en mi cara; el peso en hombro derecho y el oído atento a las órdenes, no eran nada comparado a ese cielo en lo alto.
Mirar al crucificado, su melena y cuerpo tallado; su silencio roto sólo por el crepitar de una lluvia que vertía sus aguas cada vez con mayor intensidad, me transportó a otro lugar, a otra vida.
Me vi a los pies de otra cruz llena de muerte y Gloria; de ira y Esperanza; de castigo y Salvación.
Sin velo rasgado en ningún Templo, pero con el alma a años luz de donde mis pies se asentaban.
Tuve tiempo de hablarle a Él llamándole Padre mío, Padre nuestro; incluso me dirigí a la Llena de Gracia. Y a punto estuve de glorificar a las Tres Personas, cuando una voz sonó fuerte y bajó de golpe el telón de mis ensoñaciones.
¡Abortamos!, gritó alguien.
¿Abortamos? pensé yo, no sin ese humor repentino que a ráfagas me sacude. Porque hablar de aborto entre cristianos en una celebración tan especial, sonaba a cierto humor inglés de la parte baja de la Gran Bretaña.
El caso es que me vi empujado por mí y por todos mis compañeros en una media vuelta sin ápice de elegancia buscando el refugio de la Catedral que nos vio salir.
No puedo hablar de frustración; no puedo pensar en malas suertes, ni en rabias contenidas por misión incumplida.
Hablaré de voluntad. De la voluntad de unos hombres que sin poder, quisieron y de Aquel del que siempre proclamaremos “Hágase Su voluntad”.


P.D. Dedicado a todos los que participaron de una u otra forma en un Via Crucis que una pertinaz lluvia frustró, pero que la fe nos hará celebrar siempre.



miércoles, 3 de abril de 2019

Una estación, una caída, una mirada



La impaciencia, me atrapa; la necesidad, me corroe.

Tuvieron que sucederse días y semanas para encontrar nuevamente un remanso de meditación y presencia real.

Una noche más, en el Santísimo cara a cara con Él; pero no una noche como tantas últimamente.

A mi mente, vino una escena; a mis ojos unas letras, una historia, un relato escrito en hojas blancas.

Un Vía Crucis con antigüedad de un año y realizado, meditado y expuesto por una juventud italiana que contentó a Papa, clero y feligreses en un lugar llamado Roma en la Semana Santa del pasado año.

Lo leí con atención, lo sentí con devoción y me detuve en una de sus estaciones con parada y estancia larga.

Novena estación, decía hablando de una tercera caída del Señor.

Mi mente divagó, mi pensamiento viajó a una calle polvorienta, adornada con gritos y negras almas vociferantes.

Un Hombre herido, maltratado, vejado, cae al suelo y yo con Él.

Ambos mordimos el polvo; ambos nos miramos; frente a mí, una cara ensangrentada, irreconocible por los golpes certeros y unos ojos cargados de un extraño sufrimiento. Unos ojos agónicos iluminados por el color de la esperanza y el perdón. Frente a ellos, un tipo que cayó en la cuenta de un error; caído bajo el peso de su orgullo y el desamparo de sus actos. Un tipo de estupidez inconsciente, de manos inútiles a la hora de ofrecerse como debiera al prójimo por su intolerante tolerancia. Un tipo que quiere y no puede, que puede y en muchas ocasiones no quiere.

Un tipo que necesitaría aprender a caer como un niño para levantarse como un hombre nuevo, distinto, mejor.

Hacerlo con la piel herida, los rasguños y el alma en carne viva; un tipo que quisiera poder encontrar siempre Tu Santo Rostro en cada una de sus caídas y que mirándote escuchara de Tus ojos:

“Levantémonos juntos y sigamos nuestro camino a la Gloria”