"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

lunes, 8 de octubre de 2018

Una bala en la recámara


Nombrar balas cuando de fe se habla, pudiera parecer un contrasentido; pero no lo es. Me inspira un hombre, un amigo, un hermano en la fe.
Una persona por la que siento profundo respeto y cariño. Una de esas personas que no sabes a ciencia cierta si la encontraste en el camino, o simplemente Dios la puso en tu vida.
Un señor en todos los sentidos de la palabra que dentro de un aspecto de pistolero que no perdona, lleva escondida una cartuchera repleta de alma y corazón de oro.
Mil batallas ha bregado. La última, frente a un enemigo que quiso vivir en su garganta sin pagar alquiler. Contra él luchó, sufrió y ganó. Tuvo que dejar en el camino notas altas, malos humos y quizás muchas cervezas, pero pudo salir victorioso.
La fe fue su mejor arma; la paciencia, su mejor virtud.
Si de amigos hablo, debo hablar de él porque es amigo quien te busca con la mirada y te da la paz a distancia; quien sonríe tus risas y se ahoga con tus lágrimas; quien te escucha más que oye mirándote a los ojos; quien confía en mí más que yo mismo; quien reza por mí y los míos como si fueran suyos; ese es mi amigo el pistolero.
A ese pistolero le reclama ahora un nuevo matón que llegó a la ciudad y se ha escondido en los bajos fondos de su pulmón. Agazapado, ha sido descubierto y comienza la batalla, el duelo, la lucha.
Otra guerra, otro enemigo a batir, otra fe y fortaleza puestos a prueba.
Y ese hombre, me sigue dando lecciones de vida, lecciones de fe. Porque como siempre y mirándome a los ojos, me dijo no hace mucho:
No me asusta la enfermedad, el dolor, las pruebas; lo que realmente me asusta es que llegue a tener un bajón de fe”
¿Qué pude decirle entonces? Nada.
Las palabras que me faltaron y las circunstancias de más gentes que aparecieron en escena, me impidieron hablarle aunque fuera con los ojos.
Pero habrá más momentos, más ocasiones en las que dialogar y convencerle que jamás podrá ocurrir tal cosa porque esa guardia, esa fortaleza, ese don que sólo unos pocos como él tienen, se verán reforzados por algo que todo buen pistolero suele llevar: una bala en la recámara.
Y esa bala seremos todos los que de un modo u otro sentimos su lucha, sentimos su amistad, sentimos su fe.


* Con todo mi apoyo, cariño y amistad al pistolero de esta historia