"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

miércoles, 25 de marzo de 2015

Creo

Testimonios, hay muchos. Confesiones íntimas o no, también. Pero vaciar el alma, fluyendo las palabras directamente del corazón de quien habla y que llegue como un misil a conmover a toda aquella persona que tenga un mínimo de sensibilidad moral, no es nada fácil.

Aún menos si se hace públicamente, ante decenas de personas familiares o no, amigas o completamente sumergidas en el anonimato.

Ante nosotros, simplemente una mujer que presentándose nos dio por nombre Patricia y por edad 38 años.

Todo lo que su corazón habló, fue la historia de su vida. Una vida que ha sido y sigue siendo un camino lleno de vicisitudes, de desgracias, de enfermedad, incluso de deseos e intento real de dejarse encontrar por una muerte adelantada. En definitiva, una vida repleta de suertes que todos buscamos y que a ella no le premian ni tan siquiera con un pequeño reintegro.

Con una historia así y relatada sin ocultar detalles que a cualquiera nos podrían dar reparo exponer, no pude por menos que emocionarme, porque a pesar de todo ello, esta mujer sigue vistiendo toda negatividad con el color de la más fuerte y mejor de las esperanzas.

Por eso, me quise unir a ella en pensamiento y voz cuando sujetando firmemente un hermoso crucifijo finalizó su exposición diciendo con total convicción:

“Creo en Dios Padre Todopoderoso…”




jueves, 19 de marzo de 2015

Padres


De amigo a Amigo; de padre a Padre. ¡Qué hermoso y lluvioso día para celebrar o conmemorar San José como ejemplo de paternidad!

Muchas veces he pensado la montaña rusa que tuvo que recorrer este hombre tras recibir la noticia de que iba a ser padre sin intervención directa suya.

Porque imaginémonos la escena y pongámonos en su lugar:
El primer pensamiento de cualquier hombre y por propia naturaleza sería el de:
“María me la ha pegado”
Sin embargo, independientemente de que recibiera “confirmación oficial” de un ángel del Señor, este hombre es ejemplo de amor y confianza hacia la mujer entre las mujeres, la bondad entre la bondad, la maternidad entre las madres.

Quizás sea uno de los principales y a la vez más olvidados personajes de la historia de la humanidad.
¿Qué hablaría con ese Hijo que sin serlo lo tomó como muy suyo?

¿Qué risas, qué juegos, qué enseñanzas se intercambiarían entre ambos?
¿Cuántas veces contemplaría a ese Niño mientras dormía?

Todo son interrogantes que seguirán siéndolo seguramente hasta que el mundo abrace en persona a ese padre al que hoy quiero regalar un pensamiento y una oración.
San José bendito, cerveza en mano, brindo por ti y “sólo” le pido a Dios que me ayude a seguir tu ejemplo.


P.D. Si por un casual hoy vieras a mi padre, te pido le regales el abrazo que desde aquí aún no alcanzo a darle. Gracias.




lunes, 16 de marzo de 2015

Un pinchito poesía

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía"!

¡Y cuántas, hermosura soberana:
"Mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
 
(Lope de Vega)

miércoles, 4 de marzo de 2015

Ráfagas


En ocasiones, las casualidades, coincidencias o simplemente el destino, nos llevan a pensar en hechos, relatos o vivencias que sin saber muy bien el motivo, vienen a nuestra mente.
Las tres y cuarto de la madrugada, seguramente no sea una hora demasiado común para que una persona piense en lo que un día ocurrió en un monte de nombre Tabor y un hecho tan extraordinario como la Transfiguración del Señor.
 
Pero si esa hora es aprovechada en un intimista espacio como una pequeña capilla de adoración perpetua, la cosa va teniendo un mayor sentido.
Son esos momentos que llegan como ráfagas, como uno de esos vientos que nos azotan al abrir una ventana.
 
Con mi maltrecha garganta y escombrado cuerpo desecho por uno de esos antibióticos que te dejan para un arrastre sin puntilla, no era muy común que acudiera y me abdujera un pensamiento que a un tal Pedro hace mucho, mucho tiempo, también le vino a la boca:
“Qué bien se está aquí”