"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

domingo, 21 de agosto de 2022

La chica Finisterre

 


La chica Finisterre es la sonrisa perenne en un rostro joven de mujer. Una mujer que decidió un buen día marcarse como reto una peregrinación fuera de toda lógica y grandeza. Porque grande, muy grande se vislumbra el reto de peregrinar desde Finisterre a Jerusalén ayudada “únicamente” por sus pies, una mochila a la espalda y una fe mirando al cielo de esas que estoy seguro deben provocar, más allá de las nubes, el mismo rictus de admiración que sin duda provoca en quienes aquí abajo la seguimos desde hace ya algún tiempo.

Quizás esta chica habrá tenido o tendrá momentos de soledad sintiéndose verdaderamente sola, pero además de su fe inquebrantable, debe saber que detrás de ella vamos miles y miles de personas que sin vernos, alentamos cada uno de sus pasos, cada uno de sus sufrimientos, sonrisas y encuentros con Dios y consigo misma.

Porque para quienes piensen que Dios no existe o es algo así como una quimera, les diría que ese Dios es Aquel que la recibe con las puertas abiertas de corazones y casas en cada uno de los lugares en los que va haciendo escala.

Son seis mil kilómetros; son más de siete meses de camino ya recorrido cruzando países, idiomas y costumbres; pero todo con el denominador común de la fe y el esfuerzo. Y más allá de la fe que contagia, de esa sonrisa que transmite, está la enseñanza particular en mí de una persona valiente como pocas que en un mundo como el nuestro cegado por nubes oscuras, ve brillar entre ellas un rayo de esperanza con nombre de mujer.

 

*Mi admiración más absoluta y oraciones por Carlota Valenzuela con el deseo de que Dios y la Virgen la guíen y pueda llegar con la sonrisa de siempre al lugar donde todo empezó.



jueves, 11 de agosto de 2022

Una larga historia

 

Quien bien me conoce, sabe que la música y yo formamos buena pareja casi desde que nací. Mi oído se educó entre clásicos de rock, heavy, contry, blues, baladas y músicas iluminadas por grandes bolas de cristales en lo que antes eran discotecas y ahora no sé muy bien cómo denominar.

He mantenido siempre la certeza de que si algún día pierdo el interés por la música, habrá llegado el momento de decir claramente que mi mente es demente y podrán sacrificarme como a un caballo del lejano oeste que se rompió una pata corriendo por algún polvoriento camino de Oklahoma.

Queen, Rolling Stones, Springsteen, Dire Straits, Fito y muchos otros etcéteras, forman parte del repertorio que habitualmente reproduzco en el propio ordenador del trabajo. No molesto a nadie; es más, algún compañero e incluso jefes me han pedido alguna que otra de esas selecciones que siempre me gusta tener como fondo de cualquier jornada laboral que me lo permita.

Pero ayer resultó curioso que dos compañeros en diferentes momentos se me acercaran y me preguntaran: ¿De dónde has sacado la música que tienes puesta Luismi?

Con media sonrisa, sólo pude contestarles… “Una larga historia para contar mientras tomamos unas buenas birras”. Dicho y hecho.


sábado, 6 de agosto de 2022

Una mochila amarilla

 

Una mochila amarilla asoma de una maleta desecha. Atrás quedaron kilómetros de cielo azul y nubes blancas. Y atrás quedaron también pedacitos de nuestra historia. Simplemente cinco días de nuestra vida, que dibujan en mí una mueca de nostalgia. No es necesario el paso de un tiempo lejano para echar de menos lo vivido.

Días de soles justicieros por caminos, calles y montes; de piedras sin fin y corazones de piedra que no resistieron una lluvia intensa de emociones.

Días de músicas, banderas y lenguas mezcladas en unas gentes que muchas veces tomados por locos, son locura hermosa de unión fraterna.

Podrán decirnos que nuestra fe se viste de invisibles certezas; quizás tengan razón, pero la caricia del viento también lo es y siempre será bienvenida en la piel y el alma de quien necesita un asomo de dulzura en un mundo tan inhóspito como el que estamos creando.

He visto en cinco días muchas miradas al cielo y mucha gente arrodillada en lo más bajo de un pensamiento.

He visto y oído el testimonio de un hombre cuya soledad resumió en una total falta de amor de la gente, de un Dios e incluso de un demonio que buscara su amistad. Me sobrecogió el hecho de poder sufrir una soledad tan atroz teniendo como única compañera una siniestra heroína para empujarle al vacío de la desesperación. Pero una mano amiga rescató su cuerpo y su espíritu y hoy es una de esas almas que pueden recibir el título de verdaderas HEROÍNAS en un mundo que suele mirar hacia el otro lado de unas gentes que quizás sólo necesitaban un abrazo que les confortara. Me quito el sombrero ante todos los que han conseguido remontar desde lo más profundo una vida que nunca merecieron vivir.

He compartido mesa, mantel, risas y asombros con personas de todos los puntos cardinales de un país como el nuestro que sabiendo estar unido, quizás se esfuerza en hacer difícil lo fácil. ¡Que hermoso es ver que cuando nos mueve un mismo sentimiento, no hay lengua, lugar ni ideología que impida que el ser humano se entienda movido más por el corazón que por la cabeza!.

Durante cinco días, todos fuimos conocidos perfectamente desconocidos. Sin embargo, se han creado vínculos que ojalá perduren en un tiempo nuevo y maravillosamente esperanzador.

Fui buscando una devoción por una Virgen que permanece aún escondida sin saltar al terreno de juego en el que el Señor sí que juega como titular indiscutible de un equipo que sólo formamos dos. No encontré esa devoción buscada, pero sí que siento la certeza de que una semilla voló conmigo desde tierras tan lejanas para ir brotando en mí sin prisas; macerando lo visto y escuchado y sobre todo, lo percibido con esos otros sentidos que un hombre como yo debe aprender a desarrollar.

No tengo prisas por encontrar esa devoción que quizás nunca llegue. Sé que una Madre vestida de blanco como aquella que dejé en aquel lugar del que vengo, nunca abandona a un hijo por muy distraído que se encuentre dentro de su propia fe.

Mil detalles guardo más en una hoja de papel que en una memoria tan maltrecha como la mía. Pero hay cosas que no necesitan de memoria porque quedan grabadas para siempre en ese rincón que todos tenemos dentro en el que guardamos de lo bueno, lo mejor.

Viviría mil veces lo vivido; brindaría mil veces por un futuro como este reciente pasado y ajustaría a mis espaldas una mochila amarilla que vistió mi ser de un tipo que siendo como yo, regresó intentando ser mejor.

 

*Dedicado a todas las personas que hicieron posible que lo que parecía imposible, se convirtiera en una hermosa realidad.  No daré nombres porque no sería justo olvidar a nadie y todos de una u otra forma, sois protagonistas de esta hermosa historia.

Regresé con la certeza de que mi familia se agrandó con más de ciento veinte nuevos hermanos en la fe y aunque quizás a la gran mayoría no os vuelva a ver, os guardo igualmente en mis oraciones y rezaré por vosotros y vuestras familias. Y desde este mi pequeño rincón que más que mío es vuestro, brindo por un mejor futuro para todos.

Mi agradecimiento más profundo al pueblo de Medjugorje y a su Reina con el pensamiento de que algún día volveré.

Recordar también a esos hermanos polacos que han fallecido en accidente de tráfico al dirigirse en peregrinación también a Medjugorje. Que Dios los reciba en su Gloria y dé consuelo a sus familias.

Y cómo no, a esa otra reina de la casa que un día me dijo; "Luismi, me ha dicho la Virgen que tenemos que ir a Medjugorje". La Virgen dice... Gracias Mercedes.

 

¡UNIDOS EN LA FE!