"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

lunes, 23 de febrero de 2015

Fe

Seguramente, una de las palabras más cortas pero con un sentido de enormidad que puede llegar a abarcar el infinito.

¿Qué es la fe?
Me ceñiré y daré mi opinión basándome sólo en la fe como la conocemos los cristianos, dejando aparte esa otra fe en las personas, en el destino o simplemente en nuestro equipo de fútbol favorito, por poner algunos ejemplos.

La fe, para mí, es un sentimiento. Nada que haya estudiado, escuchado o acostumbrado a hacer, me impulsó a tener fe.
He podido asistir a multitud de actos religiosos sin haberla sentido.

Podría compararla con el amor.
¿Cuántas veces habremos pasado al lado de una persona sin fijarnos en ella y de repente un día, sin saber muy bien el motivo, comenzamos a enamorarnos?

Así llegó lo que yo considero mi fe.
Debería dar marcha atrás en el tiempo y situarme en una soleada mañana del día 21 de agosto de 2011.

El lugar, el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid rodeado por más de un millón y medio de personas en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud.
Recuerdo nítidamente que en el momento de la Consagración, lo único que pude escuchar fue el sonido de una leve brisa.

Recuerdo que se me erizaron hasta los pelos de las pestañas y aún hoy, me siento realmente conmovido por aquel sobrenatural sentimiento que me envolvió.
Considero que la fe, como Dios, siempre está ahí en nuestro interior y que sólo nos falta un detalle, un instante, una situación, para despertar aquello que sin buscarlo, nos atrapa.

Muchas son las personas que dicen no tener fe; que son ateos, que con ellos no va ninguno de esos temas.
Quizás sea porque levantan barreras premeditadas que impiden que una de esas brisas de viento les llegue a alcanzar, sin darse cuenta que por poner puertas al campo, no estarán libres de que algún día sin pretenderlo, les visite.

A día de hoy, creo sinceramente que puedo perder la fe en el hombre, pero creo que nunca en Dios, porque si ese día llegara, el que esto escribe, dejaría de tener sentido.

Decía.... Francisco Malgosa...

Cantemos nuestra fe y, al confesarla,
unidas nuestras voces de creyentes,
pidamos al Señor que, al proclamarla,
inunde con su luz a nuestras mentes.

El gozo de creer sea alegría
de servir al Señor, y su Palabra
simiente en crecimiento día a día,
que al don de su verdad el mundo abra.

Clara es la fe y oscuro su camino
de gracia y libertad en puro encuentro,
si crees que Jesús es Dios que vino,
no está lejos de ti, sino muy dentro.

Legión es la asamblea de los santos,
que en el Señor Jesús puso confianza,
sus frutos de justicia fueron tantos
que vieron ya colmada su esperanza.

Demos gracias a Dios, que es nuestra roca,
sigamos a Jesús con entereza,
si nuestra fe vacila, si ella es poca,
su Espíritu de amor nos dará fuerza.

Amén.

lunes, 16 de febrero de 2015

Huellas


Una noche en sueños vi
que con Jesús caminaba
junto a la orilla del mar
bajo una luna plateada.

Soñé que veía en los cielos
mi vida representada
en una serie de escenas,
que en silencio contemplaba.

Dos pares de firmes huellas
en la arena iban quedando
mientras con Jesús andaba,
como amigos conversando.

Miraba atento esas huellas
reflejadas en el cielo,
pero algo extraño observé
y sentí gran desconsuelo.

Observé que algunas veces
al reparar en las huellas,
en vez de ver dos pares,
veía sólo un par de ellas.

Y observaba también yo
que aquel solo par de huellas
se advertían mayormente
en mis noches sin estrellas,

en las horas de mi vida
llenas de angustia y tristeza,
cuando el alma necesita
más consuelo y fortaleza.

Pregunté triste a Jesús:
Señor, ¿tú no me has prometido
que en mis horas de aflicción
siempre andarías conmigo?

Noto con tristeza
que en medio de mis querellas,
cuando más siento el sufrir,
veo sólo un par de huellas.

¿Dónde están las otras dos
que indican tu compañía
cuando la tormenta azota
sin piedad la vida mía?

Y Jesús me contestó
con ternura y comprensión:
Escucha bien, hijo mío,
entiendo tu confusión

siempre te amé y te amaré
y en tus horas de dolor
siempre a tu lado estaré
para mostrarte mi amor.

Mas si ves sólo dos huellas
en la arena al caminar,
y no ves las otras dos
que se debieran notar,


es que en tu hora afligida,
cuando flaquean tus pasos,
no hay huellas de tus pisadas…
porque te llevo en mis brazos.


(Anónimo)




Reflexiones:

Una de las más hermosas poesías que jamás pude leer y que más me ha hecho reflexionar.
¿Cuántas veces hemos mirado al cielo y nos hemos preguntado por qué?

Muchas han sido las ocasiones en las que me he sentido sólo, desgraciado, abandonado incluso por Dios. Y nunca me he parado a pensar que de todo mal, de toda contrariedad, no debemos mirar únicamente aquello que nos produce desasosiego.

Es muy difícil, pero soy de la opinión que cuando la vida nos da la espalda, deberíamos extraer de ella, lo bueno que en el fondo, siempre encierra.

Dice el refrán que “no hay mal que por bien no venga”. Creo que es una verdad a pie juntillas.
Si soy creyente, ¿cómo puedo pensar que Dios me ha abandonado?

Puede que en ocasiones, no encuentre o no sienta su compañía. Pero ¿me he parado a pensar si no seré yo el que con mis imperfecciones, he jugado al escondite con ese Amigo del que nunca deberíamos escondernos?
Los caminos del Señor, son inescrutables y puede que al caminar por esa orilla veamos sólo dos huellas; pero si nos fijamos bien, siempre esas huellas, dejarán marcas más profundas y nos harán recordar que nunca, nunca, caminamos solos.

¿Qué opináis?




jueves, 12 de febrero de 2015

Velando armas

Cuando la ciudad duerme, cuando el frío del invierno azota con toda su crudeza, no faltan locos por el mundo que pertrechados en abrigos y con mochilas al hombro, inician viaje al encuentro del Amigo.

Esas mochilas, esos abrigos, esas personas, van repletas de obligaciones, de deseos, de peticiones, de sueños sin conciliar, de cansancios acumulados.
El silencio y  unas calles solitarias son los únicos testigos de unos pasos decididos de todas esas gentes que se dirigen a sus lugares de encuentro, dejando atrás familias, calores de hogar o el resguardo de un descanso reparador.

Yo soy uno de esos locos que han llegado a un punto en el que la conjugación de obligación o devoción se entremezclan para dar paso a otro sentimiento más profundo y en muchas ocasiones, muy difícil de explicar; la FE.
Hoy, sólo quiero relatar cómo me he sentido cara a cara con Ese Amigo al que visito regularmente cada semana  a horas intempestivas en una pequeña Capilla de Adoración Perpetua.

No sé exactamente el motivo, pero en cierto momento, vino a mi mente un personaje que en su locura, una noche, la pasó en vela como yo con un propósito fijo en su desordenada mente.

Este personaje, de nombre Alonso de Quijano, dio por bueno su esfuerzo para alcanzar un fin.
Veló armas Don Quijote; veló armas con locura y consiguió al fin ser investido caballero de armadura ese que llamaban “de la triste figura”.

Yo no quiero ser caballero.

Prefiero ser escudero y velar esa armadura que no es otra que mi Señor.
Él es mi escudo y protege; Él es quien me escucha, atiende, comprende y aconseja; me acompaña en mil batallas y ha sido capaz siempre de hacerme sentir que mis desvelos, sirven para algo.

Necesito poco para esa vela. Lo que yo llamo mi pequeño hatillo de oración. Pocas cosas que encierran algo grande.¡Con qué poco, se consigue tanto!.
Porque con tan poco y buenos sentimientos, siempre consigo que ese Luis que entró por una puerta, salga por la misma totalmente renovado, fortalecido y feliz.

Ojalá nunca me falte un caramelo; que nunca me falte una oración.




martes, 10 de febrero de 2015

De cañas con Dios

Permitidme primero que me presente:

Mi nombre es Luis y así me conocen por estos lares.
De profesión, mis labores, al igual que todo trabajador que se dedique al meritorio arte de trabajar, con lo complicado que esta actividad se ha puesto en la actualidad.

No es difícil deducir que soy cristiano y además, católico. ¿Parece casi una osadía con los tiempos que corren verdad? Pero es así y me siento orgulloso y muy afortunado de serlo.
El hecho de ser católico me viene de lejos. Exactamente, desde mi bautismo y confirmación allá por el siglo pasado.

Ello no me ha provocado ningún tipo de secuela y me considero un tipo bastante normal, al menos, hasta donde yo conozco.
Nací, crecí, me desarrollé, me reproduje y pienso incluso si nadie lo remedia, morir algún día.

Me gustan las mujeres, me gusta el vino y si tengo que olvidarlas, bebo y olvido.
Amo la buena música. Desde los cantos gregorianos, hasta AC / DC.

Dependiendo el día, puedo ser el más místico entre los místicos o el más heavy entre los ídem, aunque mi melena al viento dejara de lucir en la prehistoria.
El cine, me apasiona, pero no voy por la vida de crítico; dadme a Rambo con unas palomitas y soy vuestro.

La lectura la respeto y ella a mí también. Digamos que no soy un ferviente lector desde mis tiempos de fanático de Stephen King, pero también presumo de haber leído El Quijote y quedar prendado, prendido y casi preñado ante tan soberbia obra.
En definitiva, creo que soy un tipo muy común. De esos al uso y casado; es decir, casi sin usar.

Y ahora que ya conocéis gran parte de mi vida, explicaré el motivo por el que decido abrir este blog.
En primer lugar, que nadie se lleve las manos a la cabeza con un título así para iniciar una andadura bloguera.

No intento ser irreverente. ¡Válgame Dios! Todo lo contrario.
El hecho de mezclar cerveza con el Altísimo es entre otras cosas, porque a mí, el tomarme una buena cerveza con un buen amigo, me lleva a sentirme como Dios.

Poder charlar de la vida largo y tendido mientras saboreamos el espumoso elemento, lo considero uno de los mayores placeres, al menos, de esta vida.
Y si ese Amigo es Él mismo, al que pido consejo, con el que comparto mis problemas, solicito ayuda y de quien más y mejor me puedo fiar, apaga y vámonos.

Bromas aparte, quisiera que éste fuera un rincón en el que poder plasmar vivencias, pensamientos, meditaciones, informaciones, oraciones, imágenes, música, humor y todo aquello que desde un punto de vista cristiano, me pueda servir a mí y a toda aquella persona que me quiera acompañar, para ser una pizca mejores de lo que somos.
No quiero que sea un espacio aburrido, lineal ni profundo que nos pueda llevar a un cierto aburrimiento moral e intelectual, porque yo siempre he imaginado a Jesús, nuestro Jesús, como un Tipo jovial, en ocasiones, rallano al cachondeo, además de un gran amigo de los niños, defensor de la nobleza, la humildad y la justicia. En resumidas cuentas, simplemente como un Hombre de esos que se visten por los pies.

Así que queda inaugurado oficialmente este blog, dedicándolo en primer lugar a mi familia que siendo como son, me hacen fácil el intentar ser buena gente.

Dedicarlo también a todas aquellas personas que vistan de negro o no, me aportan con sus enseñanzas, cariño y comprensión, algo muy en desuso en nuestro tiempo, llamado "esperanza".

Hoy me lanzo al ruedo de esta aventura bloguera.

¡Que Dios reparta suerte! 

Gracias.

 

 P.D. Querido Amigo, si en algún momento te fallo, me paso, o peco de algún modo por lo dicho o hecho, te suplico me perdones, porque seguramente, “no sabía lo que hacía”.

Siempre Tuyo,

Luis