"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

jueves, 7 de junio de 2018

Carrera de fondo




Toda carrera tiene su salida cierta y su meta marcada con el símbolo de la incógnita.
Prepararse física y mentalmente, requiere de un esfuerzo y constancia si lo que se pretende es llegar a finalizarla.
Ayer asistí al banderazo de salida de un proyecto cuyo fin no es otro que el de aunar voluntades y poner orden en corazones que buscando fe, necesitan afianzarla.
Nuestro director de carrera, no se deja ver, pero se presiente; no ahoga, pero aprieta; no duerme en laureles, pero esculpe conciencias asombradas.
Más de una veintena de hombres serán los encargados de pensar, obrar y orar para que lo recién sembrado crezca en el corazón de una parroquia que siendo grande, lo quiere ser más.
La empresa no es fácil; despertar del letargo una fe quizás demasiado anquilosada en sus costumbres, no es tarea simple.
Pero el cristiano, el buen cristiano no debiera sentarse simplemente a mirar trenes de ida y vuelta. Alguna vez debería subir a uno de ellos aún a sabiendas de que el destino, con final feliz, también entraña sus dificultades.
Muchos hombres en esa primera reunión, se abrazaron en comunión pidiendo, invocando, dejándose llevar por un triunfo que siendo futuro ya se quiere hacer presente.
Y en medio de ese círculo, de ese grupo, siempre Él. Aquel cuyo nombre es conocido aunque en ocasiones escondamos en pensamiento, palabra, obra u omisión.
Sí, el Espíritu Santo estaba allí; haciendo hablar al callado; haciendo amigo al desconocido; haciendo beber de Su esencia al mayor de los abstemios.
Hubo nombres diversos, presentaciones individuales y retazos del proyecto.
Pero ante todo, esa sala, se vistió de esperanza; se engalanó de fe.
No me equivoco si digo que hubo abrazos sin abrazo; miradas cómplices bañadas en positivismo; futuros cercanos siendo lejanos.
En definitiva, ayer rememoré ese Espíritu de Emaús que un día allá por octubre me sacudió con fuerza y me acompaña desde entonces.
Comienza aquí, en mi parroquia, ese camino de Emaús que siendo de momento sólo de ida, queremos, deseamos y pedimos nos lleve de vuelta para anunciar la Buena Nueva.


¡JESUCRISTO HA RESUCITADO, EN VERDAD HA RESUCITADO!