¡Qué
difícil resulta querido Amigo comprender situaciones o hechos en nuestra vida
que a nuestro juicio carecen de sentido, méritos o racionalidad!
Puedo
entender mil guerras, mil disputas, mil desencuentros y miles de malas
acciones. Nos diste la libertad y nos corresponde a nosotros emplearla para
hacer el bien o no.
Pero
me torturó la incomprensión de mi falta de razonamiento para entender o al
menos vislumbrar el motivo por el que un ser pequeño, una hermosa niña de sólo
cuatro añitos tuviera que padecer un tumor cerebral durante más de dos años
para acabar sucumbiendo a la guadaña de la siempre traicionera muerte.
En
mil oraciones te pedí una oportunidad para ella; en mil cuentas de rosarios
desgrané deseos de su salida a flote en esta vida; incluso te prometí ser
testigo en la distancia y el anonimato del día en el que vistiendo de un
hermoso blanco, te recibiera en cuerpo y alma.
Quizás
escuchaste mis plegarias; quizás por un instante surgió una duda o incluso un
atisbo de acceder a mi humilde ruego.
Pero
no; la ciencia no pudo más y su pequeño cuerpo, tampoco.
Por
eso, acudí a Ti a nuestro rincón de la pequeña capilla de siempre, para en el
silencio de la noche pedir luz a mi entendimiento, claridad a mi zozobra y paz
a mis sentimientos. Te pedí explicaciones; me pedí a mi mismo claridad de ideas
y quizás esa fe que por un momento dejé coja en mi alma.
Y
como siempre, encontré respuesta en forma de lágrimas mezcladas con una gran dosis
de esperanza y paz que el dolor de su marcha me han provocado.
Porque
me di cuenta que todo el sufrimiento que esta niña padeció en esta vida; todo
el daño y el dolor que sus padres han tenido y tienen que soportar, se
multiplicarán por infinito allá donde unas puertas se abrirán de par en par
para recibirla y donde cogerás su mano para no soltarla jamás.
Sé
que algún día la volveremos a ver y jugaremos, reiremos y pasearemos con ella
columpiados en una felicidad sin fin.
Mientras
tanto, abandono mis reflexiones, mis preguntas y mis dudas y me convenzo lleno
de fe y realidad de que todo esto sucedió porque debía ser así.
* Dedicado a Elena, otro ángel que nos cuidará desde el cielo.