"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

miércoles, 16 de marzo de 2016

Debía ser así



¡Qué difícil resulta querido Amigo comprender situaciones o hechos en nuestra vida que a nuestro juicio carecen de sentido, méritos o racionalidad!
Puedo entender mil guerras, mil disputas, mil desencuentros y miles de malas acciones. Nos diste la libertad y nos corresponde a nosotros emplearla para hacer el bien o no.

Pero me torturó la incomprensión de mi falta de razonamiento para entender o al menos vislumbrar el motivo por el que un ser pequeño, una hermosa niña de sólo cuatro añitos tuviera que padecer un tumor cerebral durante más de dos años para acabar sucumbiendo a la guadaña de la siempre traicionera muerte.
En mil oraciones te pedí una oportunidad para ella; en mil cuentas de rosarios desgrané deseos de su salida a flote en esta vida; incluso te prometí ser testigo en la distancia y el anonimato del día en el que vistiendo de un hermoso blanco, te recibiera en cuerpo y alma.

Quizás escuchaste mis plegarias; quizás por un instante surgió una duda o incluso un atisbo de acceder a mi humilde ruego.
Pero no; la ciencia no pudo más y su pequeño cuerpo, tampoco.

Por eso, acudí a Ti a nuestro rincón de la pequeña capilla de siempre, para en el silencio de la noche pedir luz a mi entendimiento, claridad a mi zozobra y paz a mis sentimientos. Te pedí explicaciones; me pedí a mi mismo claridad de ideas y quizás esa fe que por un momento dejé coja en mi alma.
Y como siempre, encontré respuesta en forma de lágrimas mezcladas con una gran dosis de esperanza y paz que el dolor de su marcha me han provocado.

Porque me di cuenta que todo el sufrimiento que esta niña padeció en esta vida; todo el daño y el dolor que sus padres han tenido y tienen que soportar, se multiplicarán por infinito allá donde unas puertas se abrirán de par en par para recibirla y donde cogerás su mano para no soltarla jamás.
Sé que algún día la volveremos a ver y jugaremos, reiremos y pasearemos con ella columpiados en una felicidad sin fin.

Mientras tanto, abandono mis reflexiones, mis preguntas y mis dudas y me convenzo lleno de fe y realidad de que todo esto sucedió porque debía ser así.

* Dedicado a Elena, otro ángel que nos cuidará desde el cielo.