"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

jueves, 31 de marzo de 2016

Como un suspiro



Como un suspiro; así han pasado estos días de meditación y recogimiento en una Semana Santa más.
Viví mal una cuaresma de promesas incumplidas; de desvaríos sin centrar, de transcurrir días siendo sólo eso, una sucesión de claridades con tinieblas.
Pero llegó un hermoso domingo. Ese en el que batiendo palmas, vivimos con gozo la ignorancia de una muerte tan inverosímil, como injusta y anunciada.
Hermosa celebración con regusto a cortedad  aun cuando mis pies no notaron el descanso de quien pudo encontrar asiento.
Vivir la Eucaristía, es hermoso, gratificante y enormemente aleccionador. Es la razón de ser del creyente; es la búsqueda a la que tiende toda alma de bien. Y eso, sí que lo he conseguido.
Vivir en profundidad un Jueves y un Viernes que nunca serán cualquieras.
Llenarme de pensamientos, de deseos, de confraternización, de sentido a todo el sufrimiento de Quien hace dos mil años, murió por mí. Sentir que formo parte de algo y respirar inciensos como quien respira vientos de hogar.
Ese es mi verdadero sentido buscado y hallado en esos días de fiesta para unos y de paz interior para mí.
Recé, canté; canté y pensé; pensé y descubrí el sentido del cristiano.
Somos Dios con Él y en Él y siempre rodaremos hacia el Padre cuando nuestro corazón piense lo que la razón del cerebro niega como existencia; que Dios está en mí buscándome, llamando a mi puerta y acompañando mi alma y mi vida hasta el día en el que diga adiós a esta existencia para decir “hola” a la eternidad.


*Dedicado a mi Dios, con el agradecimiento de quien sabe y quiere reconocer el mayor de los sacrificios que un Amigo me puede dar; su vida para alcanzar yo esa otra que nunca acaba.