"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"
viernes, 2 de marzo de 2018
Es la hora
Muy de madrugada ya, recorría las calles de mi ciudad destino a casa.
Una lluvia pertinaz caía inmisericorde dejando atrás un reguero de olor a limpio y un aspecto de barrido de inmundicias en sus suelos.
Las rejillas de alcantarillado recibían con sus boquillas abiertas todo lo que pequeños ríos de corriente continua arrastraban hacia ellas. Pequeños y no tan pequeños charcos se fueron formando alfombrando mis pasos hacia el calor de una cama.
Pero esta vez, no sentí deseos de calzar botas de agua y jugar a pisarlos cual niño que siempre soy y que la otra noche no quise ser. Porque esa noche descubrí al fin lo que llevo tiempo guardando o más bien reteniendo en cuerpo y alma y que gritándome me dijo claramente: “Es la hora”
La hora de actuar; de dejar de ser un objeto pasivo y entrar en plena acción buscando simple y llanamente algo tan fácil y a la vez tan difícil como es descubrir verdades entre tantas mentiras encubiertas.
No voy solo ni mucho menos. Me acompaña el de siempre. Aquel que sabe poner palabras en palabrotas, calmas en tempestades, pero también firmeza en tibiezas que enmascaran la realidad.
Voy a poner patas arriba la sinceridad de algunas personas aunque ello me cueste la perplejidad y negación de unos ojos al frente. Voy a romper el frasco de las ponzoñas o al menos, poder alejarlo lo suficiente para que sus efluvios no me afecten ni afecten a los míos que al fin y al cabo es lo único que debería importarme a estas y a todas las alturas.
Intentaré descubrir a quien quizás sin malas voluntades ataca líneas de flotación en personas sensibles que nunca debiera haberse atrevido por su condición de jugador con ventaja. Y no quiero tener compasión esta vez ni tan siquiera de mí mismo.
El silencio fue consejero temporal, pero ahora es la hora de hablar aunque con ello vea más espaldas que personas de frente.
Mis armas son simples, pero muy poderosas. Mi fe es mi muralla; mi conciencia, mi General; mi Espíritu Santo, mi brazo ejecutor.
Y Éste sí es Quien me habla y me hace actuar así y no falsos profetas que disfrazados de bondades, sapiencias y consejos con cargas de profundidad, minan el corazón de buenas personas sin medir las consecuencias drásticas de sus actos con el único fin de captar su atención y lo que es más grave, sus pensamientos y sus futuros. Avisados quedan.