"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

miércoles, 29 de marzo de 2017

Pollito

La mente, de vez en cuando, me juega malas pasadas. No sé si estoy equivocado realmente y ni tan siquiera estoy seguro de si lo que voy a decir es irreverente o no, pero no es esa mi intención ni mucho menos.

Me llega de lejos y por oídas, un comentario de una mujer aparentemente seria que me hace reflexionar y dibujar media sonrisa complaciente.

Últimamente, parece que la enfermedad se ha cebado en nuestra parroquia con excesiva virulencia por ese mal de nuestros días de nombre cáncer y apellido traidor.

Quien corona este blog con su frase, nos dejó hace un año con la hiel en los labios de una enfermedad tan letal como rápida en su caso.

Por otro lado, un hombre con líos en forma de dudas existenciales y magnum imaginario, nos sigue alegrando el alma mientras se debate entre radios sin antena y quemazón en la garganta.

Y por último, la sonrisa hecha mujer, la dulzura y el positivismo de un corazón grande en un cuerpo pequeñito, se ven envueltos en papel de realidad cruda y durísimo futuro por un adversario que nos ha tocado a todos la fibra sensible por su presumible mala uva en quien merece vivir aquí y ahora los mejores momentos de una reciente maternidad.

Hechos todos estos que para una persona no creyente pudieran parecer malas suertes, desesperantes casualidades, cabronadas mil… y que sin embargo, en esta comunidad de conocidos, amigos, orantes, coristas (por cantar en coro), o simples creyentes de a pie, ha servido y sirve con más fuerza si cabe como nexo de unión y nunca mejor dicho, comunión entre las personas.

Unión en la fatalidad, unión en el sufrimiento de estos enfermos y sus familias.

Comprensión, solidaridad, preocupación, esperanzas compartidas y fe, fe y más fe.

¿Estamos locos? Quizás.

¿Somos diferentes al resto? No, pero tenemos la gran fortuna además de creer en Dios y de venirnos más arriba, si cabe, cuando los caminos se hacen cuesta arriba y el futuro se cubre de negros nubarrones.

Así que si todo esto es la voluntad de Dios, en cierto modo, me lo imagino y nos lo imaginamos agarrándose ese triángulo que le corona y diciéndose asimismo lo que un día una niña de dos años le dijo a un tierno animal:

“La que has liao Pollito”





  P.D. Dedicado especialmente a Pedro (allá en el sitio privilegiado en el que se encuentra), a Ricardo (amigo de todos, amigo mío) y a Laura (que acaba de empezar esa carrera de resistencia que vamos a ganar entre todos).