"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

lunes, 21 de noviembre de 2016

Incongruencias

Yo tengo un amigo. Un tipo de rostro rudo pero de corazón que necesita dos cuerpos para caber.

Me une con él, ante todo, la devoción por Cristo. Y me une también con él una cerveza compartida en buenos ratos de charlas.
Esos tercios o botellines de buena Mahou han ido marcando la necesidad de juntarnos tras compartir celebraciones eucarísticas de días corrientes y no tanto.
Hablar de la vida, la política, los hijos, son temas habituales en nuestras charlas. Y curiosamente, siempre llegamos a un acuerdo.
Este hombre, lleva inmerso un tiempo en conjeturas de salud que por desgracia, han dado pie a la realidad nunca deseada de un cáncer en este caso, de garganta.
Muchos han sido los rezos no sólo míos sino de toda la gente que de una u otra manera le quiere y aprecia, para que lo que comenzó en unas molestias, no acabaran siendo un diagnóstico negativo.
Pero como en tantas otras cosas, no somos dueños de nuestro destino y la realidad es tan pura como dura.
No contenta con eso, la fatalidad quiso que el mismo día y casi a la misma hora de recibir tan mala noticia, sus preocupaciones aumentaran cuando en el mismo hospital y urgentemente, era ingresada su nuera porque la bolsa de líquido amniótico del hijo que esperaba se había roto con más de un mes de antelación.
Han pasado ya unos días y aunque pueda resultar una incongruencia total, pienso y estoy convencido de que ambos hechos ocurridos casi al unísono, son una gran muestra del amor que Dios tiene por este hombre.
Porque el hecho de desviar el pensamiento de su enfermedad al inminente nacimiento de un nuevo ser, psicológica y moralmente, le ha hecho más que mucha medicación.
Han transcurrido pocos días desde entonces; ese niño nació bien y es una bendición para ese orgulloso abuelo al que se le nublan los ojos al hablar de él y creo que ha sido insuflado por una fuerza que le va a hacer afrontar este difícil reto con todas las garantías de éxito.
Compañía no le va a faltar; amigos, tampoco y peticiones al de Arriba para curarlo, se contarán por cientos.
Y cuando pase un tiempo y hablemos de esto como un mal sueño, discutiremos como dos buenos amigos birras en mano, sobre las formas tan extrañas que tiene nuestro Amigo común para demostrarnos su amistad.