"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

jueves, 3 de noviembre de 2016

Cuentas que saldar


Como una venda en los ojos, como una noche sin luna, como una habitación a oscuras, así se encontraba una parte de mi alma.
Huérfana de besos consoladores, de consejos de mayor, de protección natural, de amor desmedido y muchas veces no comprendido. De todo eso y más he carecido prácticamente toda mi vida; he carecido, o más bien diría que a modo de masoquismo intrínseco he querido fustigarme con la soledad de vivir sin Madre.
Sin esa Madre de todos, sin la Mujer por excelencia, sin la Historia hecha futuro eterno.
Sin todo eso, he vivido o malvivido hasta ahora, excusándome en mi falta de fe en Ella; en mi cerrazón en el Padre y en mis paseos por la vida aferrándome sólo a la mano de uno de Ellos.
Ahora vuelvo a ser niño; regreso a una vida en la que camino feliz mirando al frente y sin soltar la mano de unos Padres que en su infinito amor sé que no soltarán jamás la mía.
Ya no camino solito, ya tengo el Regazo de una Madre; ya tengo el Consuelo de quien supo sufrir como nadie en la historia el dolor por excelencia de la pérdida del Hijo amado.
Tengo unos hermosos ojos en los que reflejarme; tengo una hermosa cara que acariciar y tengo unas “cuentas” que saldar a diario hablándole, pidiéndole y queriéndola a golpe de rezo de un hasta ahora desconocido rosario que forma parte ya de esa cajita de primeros auxilios espirituales que llevaré siempre conmigo.
Fátima la llaman; Señora la llamaré, o mejor Madre, pues quizás no pueda haber palabra más hermosa para el niño que sin saberlo apreciar, siempre fue de su mano.