"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

domingo, 23 de junio de 2019

Sabático



Suena a ricos sin serlo; puede parecer pretencioso sin pretenderlo; incluso sonará a descabellado sin más, pero sinceramente llegado el punto en el que se debe elegir, opto por esta opción.

La fe para mí, no es un trabajo aunque en ocasiones sea trabajosa. La fe (y hablo siempre a nivel personal), es un sentimiento. La tengo, o no la tengo; la siento, o no la siento.

Podré tener mil altibajos; mis días gloriosos y aquellos otros de solitario desierto; pero la fe, mi fe, sigue ahí inquebrantable gracias Al de siempre.

No obstante, eso no significa que como humano que soy, como pecador entre pecadores, sea un perfecto cristiano. Y como tal, también tengo mis debilidades, mis defectos y mis contrasentidos. Quizás entre todos ellos aunque habrá quien piense que no lo es, me ronda siempre por la cabeza que la rutina no debe ser buena nunca. Que hacer muchas repeticiones de algo, acabará siempre en un automatismo del que huyo y más en la fe en este caso en mi entorno parroquial.

Quien me conoce, independientemente de si me aprecia o no, podrá decir muchas cosas de mí; pero si alguien dijera que no me he involucrado en mi parroquia y sus parroquianos, mentiría como un bellaco.

En mi interior desde hace ya algún tiempo, viene anidando un sentimiento de hastío que ha asentado sus bases en mi conciencia y es ahora cuando ésta me obliga a actuar.

Cuando uno no se siente parroquiano en su parroquia; cuando uno no se siente alegremente llamado por campanas y los miércoles no dejan de ser un día más entre semana, es que algo no marcha. Cuando uno además se siente oveja sin pastor, es hora de buscar nuevos prados.

Cuando veo en la gente corriente (por ser la que corrientemente veo en los dominios de alta torre) más espaldas que frontales, es hora de apartarse y buscar otros caminos.

A la misma hora, en el mismo lugar, con los mismos protagonistas, bostezos y naturalidades que hace tiempo se perdieron, es tener un encuentro con la mediocridad de una vida sin más. Ir por ir, perder el humor que siempre existió, cerrar oídos voluntariamente a sapiencias extremas de libros leídos y sentimientos no hallados, no es un buen camino cristiano ni una forma para mí de vivir la fe, mi fe, con alegría. Aparentar lo que uno no siente es para mí falsedad y nada más alejado de mí que serlo.

Alrededor de una mesa, comenzó una hermosa historia que ahora doy por cerrada; será un buen recuerdo de lo que fue y ya no es. Miércoles de cansancios pero de alegrías por encuentros, rezos de un rosario o simplemente de mantel, viandas y risas quedarán atrás sin acritud, pero con la firmeza de una decisión que creo es la mejor para mí y mis alrededores.

Es hora de cerrar círculo con los míos; es hora de mirar más de puertas para adentro, es hora de regresar al encuentro de la Palabra en lugares en los que más que ver u oír, pueda llegar a sentir y escuchar lo que siempre sentí al sentarme en un banco de cualquier lugar con olor a incienso.

No padezco envidias, ni creo que mi pecado se traduzca en orgullos sin fundamento; simple y llanamente, me cansé de falsedades; me cansé de buenas palabras de diccionario, me cansé de gentes que sonríen como hienas amigables. Me cansé de la rutina.

Dineros no tengo, pero soy millonario en intenciones y miradas al cielo buscando una respuesta que siempre suelo encontrar. Y como millonario que soy, voy a permitirme el gran lujo de hacer de mi capa un sayo, de mis ideas intenciones y de los míos lo más y mejor.

El tiempo de este estado sabático, sólo Dios lo sabrá y sólo Él hará que eche o no de menos lo que ahora alejo de mí.

La gente que aprecio, me aprecia y extiende su cariño real y no ficticio a los que conmigo viven y por los que vivo, sabrán de mí como siempre y pueden estar seguros que no me tendrán lejos en pensamiento, palabra, obra y sin omisión.

Hasta más ver