"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

miércoles, 21 de agosto de 2019

Pray Station



No es la última versión; ni tan siquiera sirve para entretener con ocio lo que de aburrido en ocasiones nos regala la vida.
Suena casi igual que ese artefacto que costando cientos nos sumerge en mundos irreales de héroes, batallas, o extremos virtuales.
Esta otra es todo lo contrario; es cerrar ojos para abrir almas. Pensar para sentir y llegar a sentir aún sin pensar. Orar no es un juego para el cristiano; más bien, diría que se asemeja a necesidad. Quien no ora, no mama de la espiritualidad necesaria de quien busca respuestas más allá de la lógica humana en la que nos perdemos todos.
Hermanarse mediante la oración; pedir cura de enfermo, rogar bienes de conciencia a quien la tiene hecha jirones; buscar imposibles donde imposible nos dicen que llegaremos.
Poco entendible para quien ni tan siquiera se moleste en intentar entender. Poco efectivo para quien teniendo intención de hacerlo, lo haga en la vergüenza de quien tema ser descubierto.
La oración es comunión, entendida ésta como la unión de gentes y propósitos para alcanzar un fin. Un fin que va hasta más allá del más allá.
Muchos testimonian su cercanía estando a muchos kilómetros de quien reza por ellos; muchos más son los huérfanos de ayuda que quisieron serlo por cerrazón de sus mentes o por buscar en sitios de vacío contenido.
No les culpo; todo lo contrario. Optaron por lo fácil, por la costumbre anticostumbrista de los que no presignan ideales aunque por dentro busquen lo inalcanzable teniéndolo ahí mismo.
No necesito mandos, ni wifi, ni bluetooth, ni pantalla para jugar al juego de buscar sentido a mi existencia; sólo necesito mi pray station para saber a conciencia cierta que mi partida tendrá siempre un ganador con el más Grande entre los premios.