Unos lo llamarán instinto; otros, locura; yo le llamo valentía y fe en Quien merece tenerla.
Fue y en cierto modo sigue siendo grande el daño
hecho a una familia por quien debiera ser ejemplo de todo lo contrario a lo que
sus actos provocaron.
Esconderse bajo sonrisas, bondades presupuestas,
buenos rollos y colegueos de hombre joven, no debiera ser el modus operandi de
un mal disfrazado de hipocresía.
Y digo y le llamo “mal”, porque fue un mal el que
pasó al lado de esa mujer mientras ésta guardaba silencio en oraciones hacia un
Señor expuesto.
Mil imágenes, lágrimas y hechos contrastados
vinieron a su mente y revolvieron aquello que en lo oscuro del corazón aún está
sin depurar y revuelve tripas y recuerdos de unos tiempos cercanos que quisiera
ella y quisiéramos algunos alejar a la velocidad de la mayor de las tempestades.
Pero una voz, Esa Voz que quien tiene verdadera
fe lleva dentro, le dijo:
“Detente, piensa y perdona”
Y así lo hizo; en un arrebato de valentía,
determinación y bondad se levantó, dio unos pasos y se dirigió directa a un
micrófono que esperaba a toda persona que quisiera testimoniar en público una
lección.
Esta mujer nos aleccionó, sí. Lo hizo mirando
directamente a los ojos del mal y pronunciando sólo palabras de reconciliación
y perdón.
¿Qué recibió a cambio?
La cobardía de quien aparta la mirada; el
silencio del traidor; la soledad de quien estando acompañado vaga por desiertos
por los que solo los miserables saben caminar.
Aunque pudiera parecer lo contrario, no me mueve
el odio en mis palabras; me mueve la justicia de quien quiere ser justo; me
mueve mi aversión total al hipócrita, al cobarde, al fariseo, al Judas, que osa
abrazar a puñaladas en nombre de Cristo y vistiendo sotanas.
Ni tan siquiera me mueve que esa mujer que habló
fuera la mía. Me mueve el simple y grave hecho de que esa maldad con sus dos
caras de miserable y cobarde, vista ropajes de quien debiera caminar por sendas
de santidad.
En su pecado, llevará su penitencia y en nuestros
corazones se mezclarán para siempre el perdón, la justicia y el olvido.