"Quisiera saber llorar como un niño para sentirme mejor hombre"
"Vivo para creer; creo para vivir"

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Resaca



Por exceso de cañas, licores o mal empleo de la fe en Dios, uno puede acabar siendo pasto del día, mes o tiempo siguiente sufriendo una terrible resaca espiritual.

Después de un bestial ascenso del alma sin tocar cielos, creo que estoy padeciendo una caída en picado sin arnés de seguridad.

Bajón físico, moral y lo más grave, bajón en forma de una de esas crisis de fe que nunca pensé padecer.

No hallo un oasis en el desierto en el que me encuentro.

No percibo el abrazo de la fe.

La desgana, la apatía, la desilusión, la falta de positivismo, puede que sean claros síntomas de que estoy sufriendo una pájara de Espíritu que en mí ha dejado de ser Santo últimamente.

Me encuentro solo sin estarlo.

Me sentí muy solo en una lejana iglesia de un barrio bien. Sin amigos, sin compañeros, sin hermanos.

Y no debiera ser excusa, pero lo es.

Estoy con la familia sin ser familiar.

Estoy con los amigos, pero sin la alegría de quien quiere dar a cambio de nada.

Veo, pero no escucho. Escucho, pero no veo.

Lo negro, me domina; lo negativo, me atrapa.

Miro al frente y a escasos tres metros, no Te veo; no Te rezo, no Te escucho, no Te siento.

Estoy vacío, muy vacío. No sé si marchaste, o marché. Si fui débil y me dejé atrapar por nuestro enemigo común en una red de la que me costará salir.

Bonitos tiempos para un cristiano elegí para caer; pero soy humano, soy débil, soy miserable y no soy nada sin Ti.

Pido perdones por adelantado, pero confieso que son de boca estrecha. Ya quisiera yo que fueran perdones de corazón desbocado, pero no lo son.

¡Ayúdame! Por mí y por todos mis compañeros.

Sé que Tus tiempos no son los míos, pero también sé que no me abandonarás en este desierto que quizás yo mismo forjé; pero como escuché por ahí…

“Date prisa en socorrerme”