Hoy será un nuevo
día de palmas a las ocho; de reconocer esfuerzos; de alentar trabajos; de
deseos encerrados; de abrazos por cumplir; de horas de reloj dejando pasar el
tiempo, de pelis, palomitas y bostezos.
Un día más, un día
menos en este confinamiento no buscado pero impuesto con el sano y único
propósito de proteger vidas propias y ajenas.
Esas palmas son
solidarias, son sinceras y hasta cierto punto creíbles. Y digo esto porque
cuando esta pandemia sea recuerdo, ojalá me equivoque pero creo que lo que hoy es bondad, solidaridad,
hermanamiento, parabienes, abrazos echados de menos y tantos y tantos etcéteras
que provocan buenos sentimientos, todos o casi todos regresarán a ese cajón o
tarro de las esencias que los humanos desgraciadamente en contadas ocasiones
abrimos.
Sentado bajo un
sol de primavera luminoso, medito sobre esas otras palmas al contemplar en esa
barandilla de terraza, que falta un pedacito que fiel a su cita un día como hoy
ya debiera formar parte de su conjunto.
Porque hoy es Domingo
de Ramos. Un domingo en el que serían protagonistas también esas palmas bautizadas
por aguas benditas y que nos recuerdan la gran entrada triunfal de un hombre
que siendo Dios quiso regalar perdones aún a sabiendas del pago que recibiría a
cambio.
Entonces, también
se batieron palmas; el hermano era hermano sin sangre y el bien común iba a
lomos de un simple jumento atravesando una ciudad llamada Jerusalén.
¡Cuánto reconocimiento!
¡Qué gran algarabía! ¡Cuánta fe en ese hombre! ¡Cuántas esperanzas
depositadas!...
El final o más
bien el principio de esa historia muy pocos no la conocen. Final triste,
descorazonador, horrible a ojos vista de quien sólo veía lo que al final no
fue. Tantas palmas para acabar muriendo la esperanza puesta en ese hombre.
Final para muchos,
principio para mí. Mi fe me alfombra el camino para pensar así. Pero soy humano
y como tal, al menos hoy mi esperanza en el hombre no se viste de gala y a las
ocho de la tarde, batiré palmas mano contra mano y también rezaré corazón con
corazón para que lo que hoy es de hermanos, cuando esto acabe, no sea sólo un
recuerdo.