Su habla le delata como francés y necesita de acompañante que le traduzca.
Casi no fue necesaria su traducción, porque este hombre no habló con la palabra; lo hizo con el sentimiento de quien se vio sorprendido primero por la maldad de lo humano y después por la grandeza de lo divino.
Casi no fue necesaria su traducción, porque este hombre no habló con la palabra; lo hizo con el sentimiento de quien se vio sorprendido primero por la maldad de lo humano y después por la grandeza de lo divino.
Un hombre que buscó en lejanas tierras su propio destino para bien de su alma y ayuda al prójimo.
Buscó silencios y encontró muerte; buscó esperanza y halló desesperación; buscó una paz en guerra y descubrió una guerra en paz. Quiso ser libre y encontró la mordaza del fanático que no ve más allá de su locura.
Ojos de odio lo miraron y media sonrisa devolvió. Golpe a golpe lo trataron; "cuenta a cuenta", se curó.
Vivió día a día pensando que sería el último. Puede que así fuera, pero también pensó que podría ser el primero de una eternidad.
Pasaron los días y el odio de su carcelero y torturador se convirtieron primero en un silencio, después en una mirada y por último en un ¿necesitas algo?
Ese día, ese hombre, supo más que nunca que en la soledad de una celda, nunca estuvo más y mejor acompañado. Llegó a pensar y decir que nunca encontró una libertad interior mayor que cuando estuvo preso, porque no necesitaba nada.
Me impactó, lo admito. Y aún más lo hizo cuando quiso compartir íntimamente con los cientos de oídos atentos que le escuchábamos, aquello que cantó, rezó y fue su mejor compañera en los peores momentos de soledad y sufrimiento.
Una oración, una canción que yo infravaloré tantas y tantas veces de repetitivos ensayos en ese coro que yo un día abandoné.
Quise cantar con él y no pude. De mi garganta sólo podían salir notas de un pentagrama anegado de lágrimas.
Quise cantar con él y no pude. De mi garganta sólo podían salir notas de un pentagrama anegado de lágrimas.
Fue un golpe bajo señor Mourad; fue un golpe bendita y gloriosamente bajo, Señor.
G R A C I A S
* Dedicado al Padre Jacques Mourad, secuestrado durante tres meses por DAESH en Siria. Gracias por compartir su experiencia con gentes que algún día quisiéramos llegar a ser como usted aunque para ello nos aguarda un larguísimo camino por recorrer.
* Dedicado también a todos aquellos (cristianos o no) perseguidos, maltratados y asesinados por el fanatismo ciego.
* Y por último, dedicado a ese Dios, mi Dios que me empuja de vez en cuando a reaccionar con golpes bajos que me hacen tanto bien.