Alguien
llamó a mi puerta, abrí y al verlo supe que venía para quedarse.
De
lejanas tierras se presentó inesperadamente sabiendo que al otro lado de esa
puerta lo recibirían con los brazos tan abiertos como él.
Primero
se abrió paso la perplejidad, luego vinieron el asombro, la esperanza, la
admiración y el sentimiento de que quien vino era algo más que un simple amigo.
Porque
esa amistad se forjó con voluntad de hierro; se forjó en las manos artesanas de
quien deja volar imaginación, arte y una chispa de fe.
Y
no hay palabras que puedan expresar tanto agradecimiento al artista y amigo, ni
tanto amor, fe y confianza en un Inquilino que vino a mí para no marcharse
jamás.
Oración
Señor,
ayúdame a seguir por esas vías que te forjaron para no perder nunca el rumbo
que nos lleve a mí y los míos hacia Ti.
P.D.
Con mi mayor agradecimiento a Marcos Pérez Díaz, amigo y artista, por hacer de
mi casa una familia con Uno más.