Pero todos
esos que ahora gritan, se pavonean, insultan, menosprecian, se ríen y nos
señalan con el dedo, no han contado con algo que los cristianos tenemos como la
mejor arma posible ante tanta sinrazón.
No se dan
cuenta que esa muerte que tanto nos desean; ese sufrimiento que tanto nos
quisieran infligir, no es más que un paso quizás doloroso pero nunca definitivo
para los que creemos que al final tendrá una recompensa infinitamente mayor a
ese sufrimiento que cuatro energúmenos sin conciencia nos quieren aplicar.
Sin embargo,
el odio, la ignorancia, la falta total de ética, educación o valores que a mi
entender (que no juicio) demuestran con su actitud, toda esta gente, en un
principio me provocaban un sentimiento de repulsa, enfado e incluso odio hacia
ellos, pero después de recapacitar, sólo me queda un sentimiento de lástima e
incluso cierta indiferencia ante tanta insensatez y si me apuran, casi, casi
incluso agradecimiento.
Agradecimiento,
porque la adversidad a un buen cristiano siempre acabará haciéndonos aún más
fuertes.
Y aunque les
moleste, desagrade, o por qué no decirlo les joda, incluso por ellos, también
rezaré.